La semana pasada se presentó públicamente FRAGMENTOS de Alberte A. Pereira en la sala Apos’trophe de Vigo; primer fotolibro de este reconocido fotógrafo de calle gallego y corolario de una serie iniciada algunos años atrás. Algunas de las imágenes que se muestran en el libro ya han formado parte de exposiciones (Vigo, Coruña, Pontevedra), han sido publicadas en revistas especializadas o han sido galardonadas en prestigiosos premios de fotografía.
Mediante la utilización de planos cerrados y encuadres muy recortados, el autor presenta una visión de lo urbano en lo que parece un intento de asimilación que pretende reconstruir el todo a partir del detalle. El discurso discontinuo que recorre las páginas del libro, salpicado de imágenes sin aparente conexión temática, replica de forma notable la experiencia episódica del flaneur que recorre las calles de cualquier ciudad, dispuesto a dejarse sorprender por inesperados encuentros y sorpresas del azar. Además, la disposición de las fotografías en la página contribuye decisivamente en esa línea -cambios de proporciones y relaciones entre imágenes, anclaje de las imágenes en cada uno de los márgenes de la página, continuación de algunas imágenes en la página opuesta- conforman un itinerario visual con un punto de caos que justifica la intención del autor.
En la sucesión de imágenes, ni los lugares ni las personas son reconocibles. No hay lugar para la empatía: la ciudad se presenta como un territorio alienado, paisajes sin horizonte, desafectos a un individuo que se (de)construye en la realidad de su inmediatez. La figura humana -presencia constante a lo largo de prácticamente todas las páginas del libro- participa de la misma retórica visual- no por prudencia del autor, sino por necesidad discursiva: la no-identidad requiere del anonimato.
La edición de fotografías y maquetación del libro -obra de Puri Diaz- está bien resuelta y evita la monotonía visual mediante la combinación/colisión de elementos de composición, volúmenes y formas, masas de colores e ingeniosos juegos de percepción.
En el libro incluye -a modo de epilogo- un texto del que soy autor, y que supone mi primera colaboración escrita para un fotolibro. Cuando en 2017 tuve mi primer contacto con esta obra de Alberte Pereira, me sorprendió la efectividad con la que estas fotografías transmitían esa desoladora sensación que inquieta a los habitantes de las urbes contemporáneas. Esta obra no es un simple ejercicio de fotografía callejera, es todo un manifiesto visual en el que el color y la forma nos introducen en una inquietante dimensión de la experiencia urbana, y esa fue la clave de reflexión de mi texto.
La Caja de Membrillo 